No hay nada más que hacer que ganar. Porque si no llegan los tres puntos, ni para qué sacar más cuentas. Es que Colombia pende de un hilo y su futuro está totalmente en las manos de Reinaldo Rueda y su grupo de jugadores.

Total, dependen de ellos mismos. Pero más que todo de los hombres acostumbrados a jugársela al todo o nada. Esos que en Europa se han destacado como los líderes de sus conjuntos y que en el pasado han sabido brillar con el cuadro nacional.

El liderazgo indiscutible en el arco de David Ospina le ha permitido al cuadro colombiano terminar las últimas cinco jornadas sin recibir gol. Eso es una prenda de confianza. Ospina ha tenido que manejar diferentes parejas de centrales y nombres en la defensa, pero siempre les ha transmitido la tranquilidad.

El verdadero peso en la ofensiva comienza a nacer de la mitad de la cancha. Y es ahí donde concentran los nombres más representativos que este equipo ha tenido durante la última década.

Juan Guillermo Cuadrado y James Rodríguez llegan en momentos dispares, pero igualmente obligados a timonear el barco.

Cuadrado, quien es una estrella en la Juventus de Italia, ha sido luces y sombras en la Selección. Momentos de genialidad, pero también partidos donde la gente se quedó esperando algo más de su parte.

Para este partido, aprovechando las bajas de los laterales principales, su misión es explotar las espaldas de los jugadores que llegan a reemplazarlos.

Eso sí, deberá también aportar desde su experiencia y lectura del juego a que Luis Díaz, la formula por el costado contrario, pueda también encontrar los momentos para desbaratar la defensa.

En la mitad las ideas tienen que fluir de James Rodríguez. El zurdo tiene recargadas tantas esperanzas como responsabilidad. Acá no cabe eso de que hay que traerlo y al mismo tiempo exculparlo si no juega bien por estar en la Liga de Catar.

Ya está en Barranquilla y lo que le corresponde es marcar la auténtica diferencia con sus acciones. Tiene él que resolver el pesado problema de creación de juego y a través de su talento poner la cara cuando el partido se ponga más pesado.  

Y en el frente de ataque la esperanza eterna de los milagros. La fe de Falcao García, es la de toda Colombia.

El ‘Tigre’ ha asumido hace varios años la banda de capitán y la vocería ante sus compañeros. El respeto que infunde en sus coequiperos es igual al temor que levanta en las defensas contrarias. Así esté peleado con el gol, ni el rival ni el hincha abandonan la idea de que es uno de los mejores atacantes sudamericanos de todos los tiempos.

Los veteranos y mundialistas Ospina, Cuadrado, James y Falcao tienen que volver a sacar su casta. El momento es ahora, ya no hay tiempo para nada más.