¡Adiós Cristiano!
Una hincha barranquillera despide al astro del Real Madrid y recuerda las alegrías que les brindó a sus hinchas.
Adiós Cristiano. Te besaré los pies toda mi vida por todas las alegrías que nos diste en el Real Madrid. Nunca olvidaré cuando hiciste el gesto de calma, calma que yo estoy aquí por primera vez al anotar el gol de la victoria contra el Barcelona en el 2012 que definió la Liga a favor del Madrid después de tanto tiempo de no ganarla. El penal maravilloso que nos consagró la tan ansiada decima Copa de Europa o en tiempos más recientes, la chilena gloriosa en la victoria contra la Juve que nos permitió a los Madridistas creer en el sueño de ganar la decimotercera Champions League; esa noche hiciste dos goles bajo el cielo Italiano. Por esos y tantos otros momentos, te tendré en mi corazón por siempre.
Dicho esto, cabe afirmar que ningún jugador está por encima de este escudo; ni siquiera tú, el mejor del mundo. Deja un mal sabor de boca las rabietas por mejorar tu contrato cada cinco minutos, los “estoy triste” cada cuantos meses y el comentario en tono de despedida (en el peor momento posible) opacando otra Champions ganada. Comentario el cual estoy segura nunca hubieses hecho si hubieras marcado gol en la final de Kiev o tenido una mejor actuación durante el partido. Como en muchas otras ocasiones, dejaste que el mundo viera que tu talón de Aquiles es tu ego.
Quitarle el protagonismo a ganar una Champions molestó a toda una afición y dejó pensando a muchos, si alguna vez durante estos nueve años jugaste por nosotros o si siempre fue por ti. Pero todo tu ego te lo perdonábamos porque seguías trabajando para darnos más títulos y más felicidad. Hasta que un día Florentino decidió darte una lección de vida y de Madridismo (qué es lo mismo), poniendo el escudo primero y el orgullo blanco de frente.
Este último berrinche fue el final. No más amenazas con que te vas. Vete. Vuela alto. Siempre te querremos. Te observaremos ese día de tu despedida blanca en el Bernabeu con la mirada de un padre que sabe que su hijo querido está cometiendo una decisión de vida fallida pero no le queda más remedio que dejarlo ir. Porque si no lo sabes aún, lo sabrás muy pronto: Nunca estarás mejor que en casa.
Buen viento y gracias, pero sobretodo ¡HALA MADRID!
Natalia Cura