Dos parejas caleñas del grupo de salsa "Swing Latino" en la última actuación celebrada en Tokio ante más de un centenar de japoneses.
Dos parejas caleñas del grupo de salsa "Swing Latino" en la última actuación celebrada en Tokio ante más de un centenar de japoneses.
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EFE

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La salsa caleña, a la conquista de Japón

Tres chicas y tres chicos del grupo "Swing Latino" han compartido con más de 150 japoneses "actitud, alegría y sabrosura" a través de la salsa.

Desde Cali, capital de la salsa, seis miembros de la Escuela de Baile "Swing Latino" se han desplazado hasta Japón para enseñar su estilo, durante tres días, a más de un centenar de japoneses entusiasmados con esa danza.

Tres chicas y tres chicos, de entre 18 y 30 años, encabezados por su maestra y subdirectora de "Swing Latino", Marta Lucía Montañés, han compartido con más de 150 japoneses "actitud, alegría y sabrosura" a través de la salsa, como explica a Efe Montañés.

"Hay japoneses aficionados a la salsa que de alguna manera ya se consideran caleños y comparten la forma en la que vivimos el baile", asegura Jon Eduard, uno de los miembros del grupo.

Ese entusiasmo se percibe en los aplausos sostenidos en la sala donde "Swing Latino" puso punto final esta semana a su última actuación en el país asiático, con el que suman ya 102 en su recorrido por todo el mundo.

La subdirectora de la escuela asegura que "la religión y las diferencias de culturas nunca han supuesto un problema" para compartir el baile caleño, algo que les ha hecho imparables a la hora llevar a todos los rincones el ritmo de la salsa, rompiendo así cualquier barrera.

A los talleres que ha estado llevando a cabo "Swing Latino" han asistido 150 japoneses dispuestos a recibir clases con el grupo de salsa, tanto de iniciación como dirigidos a profesionales.

Esteban Ramírez, de 20 años, lleva 7 bailando en la compañía y es la primera vez que pisa Japón haciendo lo que le apasiona, algo que reconoce que le va a "ayudar en lo personal y en lo artístico por la energía positiva" con la que han sido recibidos.

La visión de Ramírez la apoya su compañera Helena Arrasate, de 18 años, la más joven del grupo, quien añade que es "emocionante cómo se entregan y lo bien que lo hacen" los japoneses cuando se han sumado a los talleres.

En Japón, el interés por el popular baile se remonta tiempo atrás, por lo que ya existen numerosas escuelas que acercan y enseñan la salsa, como también hace Misa, una profesora japonesa de este género artístico que lleva 20 años acercando su pasión a decenas de japoneses cada año.

"En un viaje a Colombia conocí la salsa, me enamoré de ella y decidí montar mi propia escuela aquí en Japón", cuenta junto a sus alumnos, a los que trajo a una de las actuaciones para que vean a "Swing Latino".

El conocimiento de la salsa por parte de los japoneses les ha "sorprendido gratamente" a este grupo de caleños, reconoce Luisa María Vázquez, que ya lleva 11 años en la compañía, y que asegura haber encontrado en Japón "una parte de Colombia gracias al gremio salsero".

"En cuanto te dicen que vienes a un país como Japón para mostrar tu talento, dentro de ti ya crecen muchas expectativas. Es un lugar mágico", sostiene Vázquez.

Ramírez, Vázquez y Eduard son algunos de los jóvenes bailarines de "Swing Latino" que provienen de "barrios vulnerables y peligrosos de Cali", como dice la subdirectora Montañés, por lo que su objetivo es conseguir que la salsa se convierta en "su proyecto de vida para que tengan cómo salir adelante profesionalmente".

Para Valentina Mosquera, dedicada a la salsa desde los 10 años, la "disciplina" que implica este estilo de baile le "corrigió como persona" y le ayudó a "crecer espiritualmente", otro significado del baile que lo presenta como algo más que pasos, ritmo y espectáculo.

Ese sentimiento y pasión los derrocharon en el escenario ante un público asiático entregado hasta el punto de compartir tarima en los últimos minutos de la actuación de "Swing Latino", momento en el cual personas de todas las edades no dudaron en hacerse partícipes del baile y demostrar así que la salsa no tiene fronteras.

EFE

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