Inflación explicada: por qué el salario mínimo no aumentó en 2022
En los últimos 20 años, jamás hubo una inflación en productos alimenticios tan alta en Colombia como la que registramos el año pasado.
Los precios de los alimentos en Colombia se han incrementado a una velocidad astronómica, la situación es tan seria que ya se ha hecho broma. Las causas de este fenómeno son múltiples, sin embargo, de forma más inmediata, podemos decir que la culpable de todo es una sola: la inflación. Una inflación que, para el 2021, alcanzó unos niveles históricos en el apartado de los alimentos. En los últimos 20 años, jamás hubo una inflación en productos alimenticios tan alta en Colombia como la que registramos el año pasado.
La inflación golpea más a los que menos tienen
Según cifras del DANE, la inflación para alimentos se habría ubicado en el 17.2%. El incremento del salario mínimo, el tan sonado millón de pesos, fue de apenas el 10.06%. Desde luego, la mayoría de las personas no destinan el 100% de sus ganancias a alimentarse. No obstante, para una persona que destinase el 50% de sus recursos a alimentos, el 15% a transporte, y el resto a los demás gastos de la vida, el salario mínimo no habría aumentado, habría disminuido.
Herramienta interactiva para visualizar la evolución del salario mínimo colombiano a lo largo del tiempo, así como para llevar valores de 2022 a su equivalente en años anteriores y viceversa.
La inflación golpea más a los que menos tienen
La primera pregunta que nos puede venir a la cabeza ante esto es, ¿por qué en los medios se habla de una inflación del 5.62%? Esto es porque esta fue la inflación promedio, ponderada entre todos los ítems que el DANE toma en cuenta para calcular el índice de precios al consumidor (IPC). Educación, vivienda y servicios, transporte, cada cosa incrementa de manera diferente y tiene su ‘propia inflación’. El problema es que, como todo estadista sabe, los promedios son engañosos. Según lo que se gane, la inflación será diferente.
A medida que se incrementa la cantidad de dinero que gana una persona, el gasto proporcional que hace en alimentos disminuye. Si usted gana un millón de pesos al mes, puede que gaste 300 mil en comida mensual, el 30% de todo lo que gana. Si usted gana 10 millones de pesos, no va a gastar el 30% en comida (tres millones de pesos), hay un límite en lo que se puede gastar en alimentos, por más finos que sean sus gustos.
Así pues, la inflación es diferente según el nivel de ingresos. Normalmente, la inflación es más alta para los que ganan menos, porque gran parte de sus ingresos se destinan a pagar por bienes de consumo diario y muy poco a inversión. Las personas con ingresos más altos pueden escapar a la inflación invirtiendo en cosas que crezcan más rápido que esta (por ejemplo, las viviendas).
Inflación: dinero más barato
Normalmente pensamos que la inflación sucede porque los empresarios suben sus precios, pero esto no es lo que sucede. La inflación no es el proceso por el que las cosas se hacen más caras cada año, es el proceso por el cual, cada año, el dinero pierde valor. No es que las cosas se hagan más caras, sino que el dinero se vuelve más barato.
El dinero pierde valor por una variedad de razones, sin embargo, la principal es que el Gobierno de un país aumenta la cantidad de moneda que hay en circulación en la economía, ya sea imprimiendo dinero, o a través de créditos en forma de bonos que, como dominó, terminan aumentando la cantidad de dinero que los consumidores poseen. Si la cantidad de dinero crece, pero no la economía, el dinero tiene menos valor porque existen las mismas cosas para comprar.
Durante toda la pandemia, el Gobierno colombiano ha puesto muchísimo dinero en circulación, por cuenta de medidas excepcionales, derivadas de la crisis sanitaria y el parón en la actividad económica que esta supuso en su momento. La inflación que hoy vivimos es la resaca de la bacanal de gasto público causada por la COVID-19.
De todo esto se desprende que una de las conquistas sociales más populares, usada a la vez por derecha e izquierda para ganar apoyo electoral, el salario mínimo, no sea más que un instrumento generador de inflación. Al aumentar el salario mínimo año a año, se crea un círculo vicioso, la nueva moneda en circulación hace que la inflación aumente, y todo el poder adquisitivo ganado por el incremento se va perdiendo a lo largo del tiempo. Normalmente, al finalizar el año, la inflación ya ha superado al aumento de comienzos.
La verdad sobre el salario mínimo
Todos los años la inflación nos quita un poco del dinero que tenemos, sin embargo, suele ser un porcentaje muy pequeño como para que lo notemos en nuestra vida diaria, aunque, si sumáramos todo lo que hemos perdido a lo largo de nuestra vida, sí que lo notaríamos. El 2021 nos dejó una inflación en alimentos tan elevada, sin embargo, que nos dimos cuenta del peso que tiene algo que, de todas formas, siempre ha estado sucediendo.
La lucha que se produce todos los años por el salario mínimo, las discusiones que se tejen alrededor del mismo, son, más o menos, un sin sentido. En 1996, el salario mínimo eran 142 mil pesos; hoy, el salario mínimo es un millón. Pero nuestra capacidad adquisitiva no creció un 600%, si ajustamos por inflación, el salario en 1996 habría sido de 725 mil pesos, el crecimiento en los últimos 26 años ha sido de apenas 37%, un 1.4% anual.
Pero las cosas son todavía peores para quienes ganan menos. Una persona que destinase, por ejemplo, un 50% de su salario a comida y un 20% a transporte, habría experimentado una inflación diferente. Su salario en 1996 habría sido de 880 mil pesos, el incremento en 26 años habría sido de 13.6%, apenas un 0.5% de crecimiento anual. Si el Gobierno, además, añade impuestos nuevos a lo largo del tiempo, entonces ese 0.5% extra se perderá en pagar los impuestos nuevos, muy poco poder adquisitivo habrá sido ganado.
Ahorrar se vuelve imposible
Si la inflación, como en una utopía, se mantuviera en 0%, no habría necesidad de aumentar salarios. Pero la inflación existe y difícilmente va a dejar de hacerlo. Existen razones económicas para justificar que todos los años nuestro dinero pierda valor, y son debatibles. Lo que no es debatible es que la inflación tiene una gran utilidad política.
La inflación no es un proceso inmediato, se va dando a lo largo del tiempo mientras el mercado se ajusta a la información que recibe, esto quiere decir que los primeros en obtener el dinero nuevo que entra en circulación en la economía pueden gastarlo a valores pre-inflación (de hecho, ellos causan la inflación futura). Normalmente esto incluye a los Gobiernos, la banca pública y privada, o clientes de crédito privilegiados. Además, muchas veces, las inversiones públicas que ganan el favor del pueblo se sostienen a través de poner dinero en circulación.
Perseguir una política para eliminar la inflación implicaría cambiar por completo la forma en la que se hace política en general. Una utopía. Y, sin embargo, una utopía por la que habría que luchar, puesto que una de las consecuencias más incómodas de la inflación no es solo que las cosas se vuelvan más difíciles de comprar, sino que ahorrar se vuelve casi imposible.
La inflación funciona, en la práctica, como un impuesto. Si usted guardó un millón de pesos en 2010, en 2022 seguirá teniendo un millón de pesos en el banco, pero con ellos podrá comprar lo que en 2010 compraba con 664 mil pesos. Es decir, sin hacer absolutamente nada, habría perdido alrededor del 33% de sus ahorros en 12 años. Esto aplica a cualquier suma guardada en una cuenta de ahorros transaccional común y corriente.
Este hecho perpetúa la pobreza, aunque la relación no sea tan clara. Cuando ahorrar te hace perder dinero, las personas gastan el dinero más rápido, se incentiva una cultura de consumo que no genera crecimiento económico. El problema es que el único crecimiento económico real en una sociedad proviene de cuando la productividad crece.
La productividad crece a través de inversiones en capital, por ejemplo, cuando un panadero ahorra para comprar un horno nuevo que le ayude a aumentar su producción y generar más dinero, eventualmente los panes se pueden volver más baratos gracias a esta inversión en capital y, al final, todos en la sociedad se han hecho más ricos, pues pueden adquirir más panes, aunque no les hayan aumentado el salario mínimo.
Tener que comprar el horno a crédito añade al costo del horno los costos de los intereses, más el costo intangible de la incertidumbre del futuro. El panadero aún no ha ganado el dinero con el que va a pagar por el horno, ni siquiera sabe si su negocio habría funcionado para permitirle generar ese ahorro. Por esto, una cultura de consumo jalonada a crédito genera estancamiento y pobreza. La inflación no solo nos encarece el presente, sino que nos roba el futuro.
(*) Rafael Pabón Correa es analista de datos e investigador académico, maestro en Ciencia Política y Gobierno por el Centro de Investigación y Docencia Económica de Ciudad de México.
Contacto: rafael.pabon.c@gmail.com